Pedro Solbes
Es una característica propia de la idiosincrasia española el que pululen por nuestra casta política sujetos sin el menor escrúpulo a la hora de mantenerse en el poder. En este caso no quiero hablar de ineptitudes harto demostradas, que en cualquier nación civilizada le hubiera supuesto al individuo en cuestión el abandono del puesto hace mucho tiempo (más en concreto, cuando ya una vez estuvo en un tris de llevarnos a la ruina). Quiero hacer constar en esta ocasión, la desvergüenza de este personaje que permite que sus supuestas tesis en materia económica se vean pisoteadas por terceros sin provocarle el menor rubor. Es como si en el ejército un sargento chusquero estuviera imponiendo su criterio sobre los preceptos del capitán, que es vilipendiado y humillado constantemente por el coronel al aceptar como válidas las propuestas de su subordinado y no las de él. No se que misterioso halo envuelve al ministro Solbes desde siempre que le convierte, ante los ojos de casi todos, en una especie de animal protegido por alguna oenegé, en un oso de peluche deslavazado pero entrañable, en un ente intocable por haber pertenecido, quizá, al paisaje o al paisanaje durante tanto tiempo.
El amigote de Z, Miguel Sebastián, propuso la compra de suelo a las promotoras para la construcción de vivienda protegida, en una de las maneras mas burdas de intervenir el mercado para acudir al rescate de sus compañeros de desayuno y fastos, aquellos que durante todos estos años se han estado forrando con la burbuja inmobiliaria, vamos. Pedro Solbes torció el morro al oír la propuesta y expresó su desacuerdo con dicha medida. Pero como pinta más bien poco, como es un pelele capaz de aguantar la humillación política más inimaginable, sigue paseándose como vicepresidente económico del gobierno más nefasto de la historia de España. Otro con muy poca vergüenza.
El amigote de Z, Miguel Sebastián, propuso la compra de suelo a las promotoras para la construcción de vivienda protegida, en una de las maneras mas burdas de intervenir el mercado para acudir al rescate de sus compañeros de desayuno y fastos, aquellos que durante todos estos años se han estado forrando con la burbuja inmobiliaria, vamos. Pedro Solbes torció el morro al oír la propuesta y expresó su desacuerdo con dicha medida. Pero como pinta más bien poco, como es un pelele capaz de aguantar la humillación política más inimaginable, sigue paseándose como vicepresidente económico del gobierno más nefasto de la historia de España. Otro con muy poca vergüenza.
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