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Murcialiberal

Trinconete y Cortadillo

Ayer le comenté a mis amigos que me escribía encima pero que el escusado me pillaba un poco lejos. Con la de cosas que están pasando y aquí haciendo uno como que le resbalan. Pero es que de vez en cuando conviene hacer una parada y revisarse los bajos. Cada segundo que encuentro libre me ha dado por leer. Y ahora, a pesar de no abandonar lo que muchos llaman lecturas para la "retroalimentación intelectual de las posiciones políticas", más que nada porque sigo teniendo un hambre de no te menees viendo el panorama, me he puesto con la filosofía. Para un tipo como yo que fui el único de mi promoción que suspendió esta materia en el examen de selectividad tiene su mérito. Nunca es tarde, aunque, como los idiomas, cuanto más alargas esta tarea en el tiempo más trabajo te cuesta desentrañar la Metafísica. Por lo menos a mi me pasa, ya sea por las reverencias soñolientas que se producen a determinadas horas y en estas edades, o porque definitivamente hay que reconocer que uno es un indigente intelectual en materia filosófica.

Pero bueno, después de este ejercicio de frikismo, contando interioridades que ni a mi me interesan, quería decir algo sobre la situación penal de los imputados por el caso Tótem. Sí hombre, esa primicia de El País, que ha sido desarrollada por El País y que resolverá El País (por ser el primero en publicarlo, claro). Quédense tranquilos que aquí se defiende que quién haya matado a alguien se pudra en la cárcel y quién haya trincado, también. Lo que más me ha llamado la atención, a parte de que enestepaís cuesta una barbaridad que dimita alguien, es la facilidad con la que te pinchan el teléfono. Que te equivocas un poco, nene, y ya te puedes dar por trufado. Creo que hay cierta psicosis maníaco-depresiva con esto de los pinchazos en los ambientes públicos de la Comunidad (no confundir). Pero no sé de que se extrañan tal y como está lo de la libertad y lo que llaman estado de derecho por estos pagos nacionales. Como aquí no se rebela nadie, salvo las heroicas víctimas del terrorismo y algunos padres que no comulgan con ruedas de molino, pasarán todo ésto por alto los medios, los opinadores y los que no los son.

Al parecer hay un Trinconete y un Cortadillo. Trinconete está aforado, que creo que es algo que sirve para que las hostias judiciales no te las de un mindundi cualquiera sino alguien con más categoría. El tío sigue allí apoltronado esperando que le lleguen: las hostias, claro. Cortadillo, que al parecer sabía que el otro era un presunto trinconete, está en el trullo. Se dice que ha cometido algunas cacicadas. Y hasta ahí puedo leer porque parece que hay secreto sumarial aunque los omnipotentes de Prisa sean capaces de publicar conversaciones pinchadas y recogidas en dicho sumario. Pues eso.

1 comentario

Antonio Jesús García Conesa -

¿En qué quedamos? ¿Se pueden pinchar los móviles por orden judicial para así poder trincar a los Trinconetes que hay en esta Región, o no?

Por otra parte, los medios de comunicación (todos) tienen fuentes infiltradas en las instituciones públicas, entre ellas los juzgados. Esto no es nada nuevo, ni es sólo propio de medios afines al Gobierno. Estas fuentes pueden ser funcionarios de escaso rango jerárquico, pero que tienen acceso a la documentación del sumario. Los periodistas están amparados para no revelar sus fuentes, como derecho derivado de la libertad de prensa.

Otra cosa son las responsabilidades que puedan derivarse en estos casos: la del funcionario que desvela información secreta (si lo pillan), o la del periodista en el caso de que la información no sea cierta. Pero si la información es veraz, el periodista no incurre en responsabilidad alguna.

Lógicamente, los medios afines al Gobierno socialista se esforzarán más por obtener este tipo de informaciones en el caso que nos ocupa (igual que El Mundo hacía lo posible por conocer y publicar los contenidos sobre las negociaciones con ETA, que eran secreto de Estado). Pero esto no afecta ni un ápice a la eventual culpabilidad de Trinconete y Cortadillo. No matemos al mensajero para no afrontar el contenido del mensaje.