El futuro de la libertad
Decía que el mes ha sido movido. Hemos asistido al Congreso Nacional de Nuevas Generaciones, y aquí en Murcia a las apariciones en prensa de un joven aspirante a suceder a Adolfo Suárez. A ninguno de ellos, a pesar de su edad y aunque algunos parecen camarlengos, los hemos visto exigir cambios en nuestro sistema político que nos permita a los ciudadanos elegir a nuestros dirigentes sin ser impuestos por la burocracia de los partidos; ni exigido un cambio que termine con la dictadura a la que nos tienen sometidos los nacionalismos, que con un escaso porcentaje de votos se ven encaramados en el pedestal del chantaje perpetuo; ni hemos visto amago para que el Estado no siga inmiscuyéndose en nuestras vidas, para que nos permita, por ejemplo, adquirir una botella de un buen escocés si una vez pasadas las diez de la noche nos hemos encontrado al marido en posición penetrante o a la mujer adorando un miembro enhiesto distinto al tuyo. El Estado, llamémosle gobierno central, autonómico o municipal, no te lo permite.
El Estado tampoco te permite practicar el noble acto del consumismo en domingos y fiesta de guardar, y así, cuando visitas los magníficos centros comerciales que algunos empresarios han decidido crear jugándose su dinero (mucho de él para untar convenientemente a los políticos de turno, a los admirados por estos jóvenes aunque sobradamente preparados para el futuro mangoneo), tan solo puedes mirar. Es el Estado, llamado democrático, el que marca cuando se puede abrir un negocio. La obscenidad llega hasta el punto de regular el número de festivos que se permite abrir (de doce a quince dependiendo del color político de quien ocupe en ese momento la poltrona).
Por no hablar de la educación, ya que son ellos los que te dicen la que se merece tu hijo, lo qué tienen que estudiar y dónde. Hay algunos que, ante esto, incluso lanzan propuestas de gratuidad de los libros de texto a cambio de las clases de religión, en un derroche de originalidad contrastada, cuando por todos es sabido que de gratis nada, que los libros los hemos pagado todos gracias al atraco diario al que nos vienen sometiendo los colegas mayores de nuestros futuros gobernantes. Y el que lo ha lanzado como mensaje político lleva en sus iniciales la palabra "liberal". Toma nísperos, si me lo permite mi admirado Campmany. Y es que a los chicos del centro derecha tan solo los hemos visto jugando a ser políticos: mucho bla, bla, bla, pero pocas ideas coherentes con su ideología.
Podría seguir poniendo ejemplos pero la lengua se me vuelve áspera y esta juventud que solo va en busca del divino tesoro no se merece más.
Y todo esto, sin que las juventudes del otro ala hayan asomado el hocico. Hala, hala.
3 comentarios
Imperator -
Miguel -
Miguel -
Desde luego, discrepo hasta cierto punto en lo de la educación, y afirmar que los impuestos son un robo me parece una generalización un poco burda. Quizás parte del dinero de nuestros impuestos sea despilfarrado sin misericordia, pero sin impuestos no podrían pagarse muchas cosas que no son absolutamente necesarias y que no pueden ser llevadas por la iniciativa privada.