Monárquico, pero menos
Artículo que nos han publicado en Vegamediapress.
Manuel Marín / Acaba de cumplirse el trigésimo aniversario de su proclamación como Jefe del Estado y según las últimas encuestas nos encontramos en el momento mas bajo de su popularidad. Se lo recordaban el otro día desde las páginas de El Mundo a modo de felicitación institucional. Decir que uno es monárquico a estas alturas es tenerlos bien puestos y como uno se tiene por ordenado lo digo a viva voz, aunque cada vez con la boca mas pequeña. La frase de moda en toda la democracia ha sido la de: "juancarlista que no monárquico", que siempre ha quedado de lo mas intelectual en todas las fiestas bien de nuestra querida España. Lo mío era al revés, por lo que no vean ustedes como he quedado siempre.
Mi inocencia desataba mi admiración y respeto por la Corona, hasta el punto de ser el único de mí circulo de amigos que defendía en noches de farra, la necesaria figura institucional de la Monarquía. Hasta me las tenía que ver con mi santa, muy republicana ella, aun a riesgo de quedarme a pasar la noche en el sofá del comedor. Tenía la impresión de que era lo único que unía a todos los españoles y con eso me bastaba. Una bandera que seguía siendo un símbolo franquista para muchos, era menos respetada que la figura de nuestro "Juanca". El prescindir de ella era un lujo que no nos podíamos permitir, pues podía mandar al pairo lo de la cohesión y todo eso que está ahora tan de moda.
Miles de argumentos me esperaban en cada discusión y, mas mal que bien, eran defendidos por mí, a capa y espada. El argumento preferido era lo que nos costaba a los españoles el mantenimiento de la familia real, griegos incluidos (Constantino, Marie Chantal, la prima Alexia y toda la retahíla se entiende), pues no veían la relación calidad-precio en su trabajo de representación institucional que llevaban a sus espaldas. Siempre me pareció demagógico acudir al argumento pecuniario para desacreditarlos, pues el coste de cualquier presidencia de una república cuesta muchísimo mas que los gastos de nuestra Corona. No hay mas que mirar los presupuestos de la grandísima France y ver como se gasta los euros el díscolo de Chirac. Además, los resultados eran buenos y no había porque cambiar.
Pero ahora las circunstancias son otras. Tras lo que nos está cayendo encima, con un ataque constante por parte de los nacionalistas y con la complicidad socialista, si la figura del Jefe de Estado no está ni para defender su propia causa, cerramos el chiringuito y nos dedicamos a ejercer el noble acto de depositar una papeleta cada cuatro años. La frase de Thiers: "Rex regna sed non gobernat", el Rey reina pero no gobierna, tiene un límite claro en la Constitución, con una función marcada en el artículo 56 de arbitro y moderador de las instituciones. No pedimos desde aquí que salga a la palestra a entorpecer el día a día, pero sí de marcar claramente su posición en defensa de la nación española y establecer diferencias con los que únicamente quieren destruir España.
Se está cargando el cariño de los que siempre lo han apoyado a costa de querer conquistar a los que nunca lo van apoyar. Ademas, creo que es el momento, si de verdad no nos encontramos con un "Rey republicano", que Don Campechano I, abandonado hace tiempo a los designios de su jefe de prensa, el emperador Polanco, en una clara maniobra constante de ganarse el favor de la izquierda, pase a la historia como el monarca que supo abdicar en su hijo Felipe acompañándolo en la última etapa de su vida. Dejar al zagal solo y a su libre albedrío, tal y como se vislumbra el patio, es como prepararle la alfombra del muelle Alfonso XII en Cartagena para que salga como el bisabuelo con el populacho en la calle, siempre atento a la Corona, agradecido por los servicios prestados y con un "Hasta luego, Lucas" en la comisura de la boca. Por eso, hasta que esto no cambie y porque uno también evoluciona, digo que monárquico, pero menos.
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