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El catalán auténtico-III (Moraleja)

Inserto artículo escrito por Policronio en la bitácora Batiburrillo sobre las conclusiones a sus artículos sobre el catalán auténtico. Os invito a que leais completo la serie, tan bien escrita, que nos ha dejado en la weblog mencionada.(Para ir a la bitácora pinchar en enlaces)



Lo bueno que tiene insertar un artículo polémico en Batiburrillo es que enseguida acuden los puristas de ambos lados a llamarme la atención. Lo que me deja a huevo (de Pascua), término usado en este caso como unidad para definir el grado de sencillez, el siguiente trabajo ornamental, en el que apenas deberé estrujarme las meninges y por lo tanto sólo será preciso ahondar en los derechos que todo ciudadano posee, al menos de momento, para expresar lo que le venga en gana. Entendámonos, si existe libertad, úsese para lo que a uno se le antoje en el terreno de la hipótesis. Incluso y primordialmente para denunciar la tiranía izquierdista que se avecina o el sectarismo doctrinario de los secesionistas.

Si lo políticamente correcto debe interpretarse como un responder con 'puñaos' de paja a quien te esté apedreando, que además supone ofrecer la otra mejilla y untársela primero de cremita para que no se lastimen los nudillos del tipo violento, conmigo que no cuenten. En ese punto renunciaré a considerarme liberal, en discrepancia manifiesta con el valor, y a residir en este mundo de hipocresías y concesiones ideológicas a terceros conforme a modas indignas. Que se pare Internet que me bajo. La época de los 'contentavillanos' y dadores de razón debe acabar algún día, mejor hoy que mañana. Mejor en esta Navidad que en la siguiente. No estoy dispuesto a darle cuartelillo a quien me raje las ruedas del coche porque en la trasera de mi vehículo lleve un distintivo ovalado con una 'E' en medio. Esa 'E', que por supuesto no significa 'esmirriao' ideológico, más la del carné de conducir y alguna otra seguida de 'spaña' que aparece en mi DNI, me autorizan a creer que soy ciudadano de una nación con todos los papeles en regla. La nación y yo, evidentemente.

He de reconocer que uno, en sus flagrantes limitaciones, no siempre tiene el mismo grado de acierto a la hora de juntar la palabras y expresar alguna idea. Pero si partimos de que Batiburrilo se inserta en un grupo de bitácoras de carácter liberal, donde probablemente se dan todas las tendencias y alguna más, que alguien me explique con argumentos en lugar de opiniones por qué no es correcto escribir sobre el catalán auténtico, puesto que lo que se persigue es (copio aquí una parte de mi propia respuesta a los puristas): 'Dividir a la población en auténticos y adoctrinados. Los primeros para que perseveren, como el señor Puig, los segundos para que como mínimo sepan que les tenemos tomada la medida. Y mucho cuidado, nadie pide que a unos se les conceda la gloria y a otros el infierno, como ellos hacen, que eso sí sería verdadero nazismo. Aquí de lo que se trata es de identificar a cada bando para que nadie se vea machacado por el 'fuego amigo'. De ahí que pida que se consuma cava y se compren colonias Puig. Otra cosa bien distinta sería si Carod fuese el dueño de la Coca Cola, en cuyo caso ya sé que refresco evitaría tomar'.

También se ha anotado algo así en los comentarios al artículo 'El catalán auténtico-I': Un liberal no pondría jamás reparos a que por voluntad de los habitantes de un territorio éste se independizara. Por supuesto que no pongo ningún reparo. Si Cataluña, el País Vasco o el edificio del fondo de la Manga del Mar Menor quieren ser independientes por voluntad de sus habitantes a mí me parecerá de perlas. Pero al tanto, por la voluntad libremente expresada y sin períodos previos de adoctrinamiento, que a mi juicio equivalen a sujetar con cadenas esas voluntades. Nada más alejado de la libertad de decisión de un semejante que su inmersión desde bien pequeñito en un colegio donde han decidido lo que debe ser. ¿Nene, tú qué quieres ser de mayor? Nacionalista y antiespañol, sería casi siempre la respuesta si algunos padres no influyeran dentro de sus hogares en la formación de sus hijos.

Pero desgraciadamente no todos los padres son así de conscientes ni poseen la educación ni el interés adecuados para chequear qué se les enseña a los peques en los colegios. De entrada habría que decir que algunos progenitores, nacionalistas recalcitrantes, se muestran entusiasmados con esa especie de 'Formación del Espíritu Nacionalista' que les administran a sus vástagos. Otros padres, más propensos a aparcar a la prole en la escuela para deshacerse de ellos mientras trabajan, lo que menos desean es que los nenes les calienten la cabeza mientras cenan, ven Gran Hermano, que es el aperitivo de Crónicas Marcianas, echan un sueño rápido y se levantan malhumorados para ir de nuevo al tajo. Quizá también hay un tercer grupo, más consciente de que la educación no sólo depende del colegio, que trata de facilitar a sus hijos un complemento alimenticio en lo ético a esa dieta estricta, casi de pan y agua, que el nacionalismo dispone para cuantos pequeñines, mediadines y grandecines ocupan las aulas. A mayor tamaño, mayor ración de dieta ética y mayor rodaja de doctrina diferencial.

Pero ese padre interesado no siempre puede ayudar a su hijo. En algunas ocasiones porque el propio padre apenas sabe leer. En otras porque carece de capacidad para entender los libros de sus hijos, escritos en catalán o en vasco. Un tercer grupo tiende a creer, porque lo mama a todas horas en los medios de comunicación de su zona, que no hay nada más libre y soberano que la voluntad del pueblo y que el Gobierno autonómico (catalán o vasco, en este caso) no puede sino enseñar a los jóvenes de la mejor forma posible y en beneficio de su futuro, para que luego no sean un patanes como él lo ha sido siempre.

También hay padres que, aun siendo tibiamente críticos con el nacionalismo, se muestran complacidos de que sus hijos, a los que comienza por llamar Jordi o Julen, se integren totalmente en un territorio que a él o a sus padres (primera o segunda generación) les acogió y les calmó el hambre que en los años sesenta traían del pueblo. Por lo que no ve inconveniente en catalanizar o eusquerizar a sus vástagos con la profundidad que sea necesaria. Tanto da si vende el alma de su hijo al diablo, privándole de libertad ideológica, y con el tiempo lo convierte en un asaltante de aulas universitarias (Caso Raja en Barcelona) o en un incendiario de cajeros y autobuses (caso kale borroka). Lo importante es que se integre y a poder ser cerca de los que mandan. Luego si hay que votar ERC o PNV se vota y punto. Luego si hay que ser independiente se es y punto.

Los cuatro últimos párrafos representan una parodia de la realidad. La realidad misma es aún mucho peor. El mundo nacionalista es un coto cerrado, asfixiante y ceremonioso con sus ideales que impide a la mayoría de la población ser ella misma. Si no estuviera convencido, por haberlo vivido a pie de infamia, que ese pueblo no se expresaría en libertad en el caso de un referéndum de independencia, no opinaría tan negativamente de una decisión, la consulta al pueblo, que desde un punto de vista teórico no puede encerrar mayor grado de libertad. Solo que en este caso es algo muy similar a las consultas plebiscitarias de las dictaduras, donde la libertad se halla de vacaciones en Cancún o a buen recaudo en un zulo.

A pesar de todo ello: Felíz Navidad, amigos.

Escrito por Policronio en: Diciembre 24, 2004 12:33 PM

1 comentario

alex -

Buen artículo. Sólo añadiría que el seny, el catalán auténtico, el camboísmo... ... Aquí lo que hay es mucho cuento. ¿Se imagina alguien que estuviéramos elogiando al navarro auténtico, al navarro moderado al navarro nosequé o al extremeño nosescuentos...? Aquí todo es hacer el paripé para mangonear todo lo que se pueda.